Quién soy
Acerca de mí
En primer lugar, te doy la bienvenida, es un placer que estés aquí.
Mi nombre es Ornella Miani, soy psicóloga sanitaria colegiada (nº M-34851) especializada en Terapias de Tercera Generación y Contextuales en jóvenes y adultos. Con orientación terapéutica a Terapia de Aceptación y Compromiso, Psicoterapia Existencial y Humanista.
Siempre he estado muy interesada en la conducta humana, en qué nos mueve, qué nos motiva, qué nos frena en nuestras vidas, qué hay más allá de lo que se observa a simple vista. A lo largo de mi formación y experiencia profesional he podido conocer lo que es valioso para mi, lo que me llena: acompañar a otras personas a conectar con su historia, su presente y con lo que es realmente importante para ellas.
En terapia
El proceso terapéutico donde trabajamos es un espacio seguro y de confianza en el que juntos vamos a atender las necesidades que traigas a sesión. En este espacio es donde todos los cambios empiezan a ocurrir. Descubriremos qué piedras encuentras en tu camino y qué herramientas guardas en tu mochila para sortear estos obstáculos.
Desde aquí podrás encontrarte contigo mismo y tomar contacto con los pasos que quieres dar para dirigirte hacia una vida más plena y con sentido. Mi labor como psicoterapeuta será acompañarte en esta experiencia para facilitar que encuentres tus propias respuestas.
Para mi es un placer acompañarte, si deseas comenzar tu proceso en terapia no dudes en contactar conmigo.
Mi vocación por la terapia
Poco antes de finalizar la carrera realicé unas prácticas de terapia en grupo con psicoterapia Gestalt, lo cual me haría ver con nuevos ojos la intervención terapéutica.
Mi lado estrictamente científico y racional se topó con el gran reto de sentir mis emociones y acompañar a mi cuerpo a transitarlas.
Este era un terreno completamente desconocido para mi. Por lo que esta experiencia modificó mi manera de percibir la terapia y la posición del terapeuta.
Comprendí que los psicólogos somos un espejo del paciente y le permitimos observarse desde un profundo respeto en su proceso de sanación, sin ningún juicio en ese reflejo. También fui consciente del gran deber que tenía como terapeuta a la hora de trabajar mi propio dolor para sanar antes de intervenir con otras personas. Aquí tomé conciencia de mis propias heridas y me di cuenta de la importancia de cuidarme a mi misma antes de comenzar mi labor con mis pacientes.
Este sería el principio de mi propio camino terapéutico desde la posición de paciente.
Realicé el máster en psicología general sanitaria y ahondé en la práctica clínica. Conocí cómo funcionaba la intervención dentro del hospital público y pude comprender la complejidad del día a día para los sanitarios: el cansancio, la falta de recursos, la frustración de no poder intervenir como querrían en ocasiones y la cantidad de horas de trabajo acumuladas.
También fui consciente de la vocación que les unía en su trabajo y el mimo con el que daban la bienvenida a sus pacientes, al igual que todas aquellas emociones que debían gestionar al salir del trabajo.
Pude reconocer el reflejo del sanador herido que da todo de sí a los demás quedándose agotado. Entonces no lo sabía, pero esta experiencia me conectaría en un futuro con aquello que deseaba hacer y con mi propia historia.
Más adelante la vida me llevó a realizar un máster en Recursos Humanos, completamente alejado de mi vocación y que me dejó grandes enseñanzas, como los estragos del trabajo bajo estrés sostenido en el tiempo y su impacto en nuestra salud a todos los niveles. Pasado un tiempo conseguí retomar mi vocación y especializarme en Terapias Contextuales, entre ellas la Terapia de Aceptación y Compromiso.
Desde entonces me dedico a trabajar en terapia con adultos, tanto compañeros del sector sanitario como otros sectores, que se encuentran inmersos en un malestar que dificulta su día a día.
Les acompaño en sesión a reencontrarse y sanar sus heridas, para que puedan disfrutar de su labor sin dejar de lado su vida personal. De esta manera, encuentran un equilibrio entre sus emociones y su presente, sin huir de todo aquello que la vida inevitablemente nos trae.
Desde pequeña he sido una persona muy empática con una gran vocación por hacer la vida de los demás más fácil y ayudarles en aquello que estaba a mi alcance. He crecido aprendiendo a distinguir en los demás aquello que les duele, que necesitan o que quieren cambiar.
Siempre he sentido admiración por aquellas personas que dedican su vida a sanar y acompañar a los demás en situaciones difíciles, por lo que cuando me tocó elegir una carrera me decidí por psicología.
Esto me abrió las puertas a un mundo nuevo desde el que pude comprender la complejidad de nuestra conducta y lo valioso de aprender a gestionar nuestras emociones.